Soy una admiradora del graffiti de calle, del que está hecho para que lo vea todo el mundo. No quiero verlos en galerías, museos…. Su esencia es la espontaneidad y la libertad de parte de una sociedad que se encontraba o se encuentra, por muchos motivos, fuera de ella y sin posibilidad de poder tener un lugar en la misma. Es tal el reflejo que el graffiti hace de nuestro entorno, que la mujer también ha estado discriminada en este campo.
En el libro que os propongo, “GrafftiMujer”, se ven sus obras y se leen las vivencias que tuvieron que pasar las autoras, por ser mujeres en un mundo de hombres. Y es que el arte y el planeta no son de ellos, y hay que recordárselo. No somos muñecas, no somos objetos que admirar, ni mercancía y parece que se olvida constantemente.
El 25 de noviembre fue el día internacional contra la violencia de género y reconozco que me bloqueo cuando oigo los datos, las cifras, no lo puedo admitir, no cabe en mi cabeza esa humillación. ¿Qué podemos hacer?. Yo, de entrada no quiero reivindicar constantemente mi condición femenina y creo que se ha demostrado que tampoco queremos ser víctimas. No quiero distinguir por géneros.
Son muchas preguntas, y tal vez haya muchas respuestas o sólo es una pregunta con sólo una respuesta. ¿POR QUÉ?
Edición y fotografías : Elia Carro.
Foto 1: Graffiti realizado en una calle de Vitoria.
Foto 2: Libro "GraffitiMujer", ediciones GG.