( Van Gogh Museum )
Viajar a Ámsterdam me parece que tiene merito.
Lluvia, lluvia, lluvia, comida tirando a muy floja, hoteles muy caros y pésimo servicio pero al final una recompensa: Van Gogh.
Este pintor es una de mis pasiones, todos sabemos que fue un incomprendido, (aunque entre los pintores estaba valorado). Este viaje me ha afirmado en algo que ya creía, más que un bohemio era un trabajador de la pintura, y escribo esto porque siempre pensé que los colores y su fuerza se debían a lo que le había rodeado desde niño, y es cierto pero precisamente por la ausencia de estos elementos básicos en el arte. La ausencia de luz, de color en su entorno tuvo que marcarle.
Tienes que trabajar mucho más si a tu alrededor no existe nada de esto, sin el sol, sin algún rayo de sol, es difícil poder imaginar, poder trabajar, soñar……..vivir.
Admiro ahora mucho más a Van Gogh.
*Edición y fotografia: Elia Carro.
Hola Elia,
ResponderEliminarprecioso homenaje a nuestro querido Van Gogh, según lo que dices supongo que él intento llenar su vida de color a través de la pintura y de paso, llenárnosla a nosotros también.
Tienes razón con Amsterdam, la comida horrorosa, sólo nos queda la luz de Van Gogh.
Besos violetas, Maribel
Que bonitas fotografías.
ResponderEliminar!Vaya por Dios Elia, Amsterdam pasada por agua!, cuando yo fuí era julio y hacía un calor sofocante que nos hacía parar una y otra vez en las terracitas en detrimento de los bolsillos !qué carisima es Amsterdam!, y estoy de acuerdo contigo: la comida flojita... la ciudad me encantó, una pasada, y el museo Van Gogh, !que decir... una maravilla!. Al igual que tú, soy una enamorada de este pintor.
ResponderEliminarMil besitos
Por motivos profesionales habré estado mas de treinta veces en Amsterdam, la he conocido -casi siempre- con sol.
ResponderEliminarUna ciudad interesante para pasear. Hasta encontré sitios en los que se comía bien.
En mi primer viaje, la primera cita fue la plaza de los museos y el Van Gogh, uno de mis pintores fetiche.
Una de las veces -joven y sin dinero- tuve que dormir toda la semana en el Vondel Park.
Pero me dí tiempo y renuncié a una comida y volví al museo. No me arrepentí.